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Costumbres de lutoLos ritos funerarios El hombre o la mujer que está en la cama de muerte, independientemente de ser jóven o viejo, durante estar en los últimos se debe tumbar hacia lado de guible¹. Al lado del hombre que está en los últimos se debe quedar una mujer. En su presencia no hay que llorar y hablar alto. No se puede dejar solo. Por la tradición, después de morirse, el hombre enseguida se debe lavar y ser completamente puro. Luego en el patio encienden una hoguera y los hombres se sientan en su círculo. La cantidad de los sentados debe ser impar. Sí un hombre extraño pase por la calle o viene al círculo, entonces se lee Fatiha (Abre - el nombre del primer sura del Corán). El muerto desnudo se envuelve en la mortaja. La mortaja suele ser de tela blanco o de percal y tiene 3 partes: 1) un corte de tejido para envolver la parte bajo del cuerpo, 2) camisa, 3) El tejido que envuelve al muerto de piez a cabeza. La mortaja se teje con la aguja de madera. Para el marido muerto la mortaja se hace por su esposa, para la mujer muerta pos su marido o sus familiares o sus hijos. El cadáver se debe llevar más exactamente, enterrar al día de su muerte Cuando llegan al cementerio, no bajan el cadáver directamente a la tumba. En el cementerio se prepara un lugar a un metro de la tumba para poner el cadáver al suelo. El catafalco se coloca allí y hacen el zalá. Sí es el muerto molá, que lee la oración está cerca de encima de la cabeza del difunto, sí es la muerta está a la distancia. Sin leer la oración y sin hacer el zalá no se considera justo enterrar el muerte. Sí el muerte es un niño de 6 años, hacer el zalá es necesario, sí es hasta los 6 años, no es necesario. Sí el hombre no murió de muerte natural o se suicidió, se hace el zalá también. Antes del zalá el molá pone la mano derecha sobre el hombro del muerte derecho y la mano izquierda al hombro izquierdo del muerte, lo sacude y dice estas palabras a su oído: “Escucha, sé y entérate (lo llama)”. Luego lee la oración. La tierra sobre la tumba debe ser 4-5 dedos más alta del suelo. Después de cubrir la tumba con la tierra, vierten agua sobre la tumba, siete vez tiran tierra con palma y leen la oración. Después de todo esto, los familiares del muerto se alinean en la linea y todos los hombres que están en cementerio expresan su condolencia y generalmente dicen asi: “Que Dios tenga misericordia de su muerto. Que guarda a los que se quedan con vida”. Luego regresan a casa. Aquella noche se lee Alcorán. Aunque “tres” – es una cifra, materializándose como una expresión del rito funerario se ha cambiado en índice del nombre, obtuvo una posición homónima con numeral cardinal. “Tres” como un rito funerario es una expresión de una noción ligada con los costumbres de Zoroastra. Como se dice en “Avesta”, expresa el día en que el espíritu del difunto pasa al patrocinio del Sol. La influencia islámica de largos siglos envolviendo esta tradición en si mismo, incluyó en la lista de fechos memorables y graves de díos funebres. Como a los díos de “siete”, “los jueves”, “los viernes” y “cuarenta”, en el rito de “tres” el espíritu del muerto visita su casa y se acerca a alma de los familiares. Para el consuelo del espíritu dan el refectorio fúnebre, piden a molá leer “Yasin” (sura del Corán), rezan y hacen el zalá. El rito de “Siete” La cifra “siete” también he tenido un sentido simbólico como la cifra “tres” en librarse del espíritu del difunto desde los espíritus males.Como uno de los puntos de la intersección de religiones y culturas, Azerbaiyán fue el centro de unión de esta traducción para las conciencias locales. La historia del uso de la imagen mítica de “siete” en el territorio de Azerbaiyán llega hasta los milenios II-III a.C. Esta palabra está relacionada con las fuerzas malas del pensamiento mítico en el período de pirolatría. Entre las opiniones sobre la cifra “siete” los comentarios de siete agujeros (dos ojos, dos ojeras, dos ventanas de la nariz, una boca). El rito de cuarenta Desde la llegada del hombre al mundo, desde el día de separación de chiquitín desde el vientre de la madre hasta el día cuadragésimo va un proceso de recuperación de deterioraciones ocurridas en la separación entre la madre y el chiquitín. En estes cuarenta días la madre y su niño son de cuarenta. La protección de contactos exteriores tiene una importancia desde el punto de vista espiritual y gigiénica. La ida del hombre del mundo también se conmemoria con la terminación de los ritos funerarios relacionados con la cifra “cuarenta”.Durante cuarenta días termina el proceso de putrefacción del cadáver. Durante este tiempo los familiares del muerto se familiarizan con la pérdida triste, ocupandose en el arreglo de los días funerarios, mentalmente se alejan un poco de tristeza y pena. La separación del hombre de mundo que se une con el mundo, se acostumbró a sus realidades hasta el cuadragésimo día desde su llegada al mundo se concluye durante cuarenta diás. La opinión de los investigadores del espíritu sobre la relación entre espíritu y “cuarenta” es así que durante 40 días el espíritu del muerto está un poco arriba del piso atmosférico. Durante este tiempo el espíritu del difunto – el cuerpo astral estando lejos del corporal, antes de todo comienza a acostumbrarse mismo a esta separación. Independiente de las relaciones de las distintas concepciónes del mundo sobre “cuarenta”, en el mundo de musulmán este día fúnebre se conmemoria en grande escala de los anteriores. A este día se invitan los participantes que tomaron parte del día funeral. Los participantes yendo a luto, como si hubieran dado sus últimos deberes. En la zona del nordeste de Azerbaiyán entre los ritos funerales ocupa el lugar importante el día “cincuenta dos”. Conmemorar este día depende de los capitales de los dueños del luto. En las familias pobres este día no se conmemora absolutamente o no tan rico.
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